True story…yo le hice esa misma pregunta a mi mamá y esa fue su auténtica respuesta…
Y hasta el sol de hoy esa es la razón por la que alzo mis manos en la iglesia o donde sea…para darle un high five a Jesús.
Esa es la verdad.
Y por qué no?
Mira a los deportistas, cada vez q celebran o se apoyan en los momentos difíciles del juego, lo hacen con un high five.
Mira un juego…la pelota, por ejemplo. Esa gente está tensa, el equipo pendiente a que el que está en el bate, pueda golpear la bola lo suficientemente duro como para impulsar una carrera. Pero los contrallaos que están en el field no dejan escapar una. Y si no son ellos, los que juegan las bases tienen unos cañones por brazos que no dejan llegar ni a primera.
De momento, el bateador conecta…no es un cuadrangular, pero entre susto y barridas de base en base, finalmente se logra conectar una carrera.
Cuando esa gente llega al Home, ¿Con qué lo reciben? Con las manos arribas, listas para un High Five.
Yo no soy Moisés, un ejercito no depende de mi para ganar la batalla.
Yo no me estoy ahogando, no necesito alzar las manos para que me rescaten.
Yo estoy en medio del juego de la vida…y mi bateador estrella está al bate listo para conectar ese cuadrangular que necesito para seguir corriendo hasta HOME. Por eso es que yo alzo mis manos…para recibirlo en victoria y unirnos en un feliz High Five.
Cuando buscamos lograr cosas significativas en nuestra vida, hay muchos contratiempos que no podemos controlar. Algunos nos aguantan en base. Mucha gente se lleva las manos a la cabeza para arrancarse los pelos.
No!
Mejor levántalas y celebra al que juega de tu equipo para que puedas correr adelante.
Suena bien? Comparte este artículo para que otros tengan una buena razón para alzar sus manos.
Y tú? Tienes una razón para levantar tus manos?